La piel elimina una pequeña porción de los desperdicios del cuerpo a través de las glándulas sudoríparas. Estas son tubos diminutos, que empiezan en forma de espiral a cierta profundidad de la dermis, y terminan en la superficie de la epidermis.
Existen dos tipos de glándulas sudoríparas, de orígenes, estructura y funciones completamente diferentes: la ecrinas y la apocrinas.
Las ecrinas secretan un liquido claro, transparente e incoloro, compuesto básicamente por agua, sal y algunas sustancias de desecho del organismo (urea, amoniaco, ácido láctico, etc.).
Se distribuyen por toda la superficie del cuerpo, sobre todo en las zonas de piel más gruesa, como las palmas de las manos y las plantas de los pies, y sus funciones principales consisten en la regulación de la temperatura corporal y el humedecimiento de las áreas expuestas a una mayor fricción, provocando en algunos casos las molestas escoceduras en los pies, debido al espacio cerrado a que están sometidos y a la falta de transpiración, por eso PRINRELINA alivia y evita estas escoceduras absorbiendo la humedad.
Las glándulas apocrinas, más voluminosas que las anteriores, se encuentran solo en las axilas, sobre el ombligo, en la región genital, alrededor de los pezones y en las orejas.
Su secreción es relativamente escasa, y el sudor que producen tiene un aspecto lechoso, opaco y de color variable. Por lo general empiezan a funcionar en la pubertad, y su actividad es estimulada por la tensión emocional, el ejercicio físico y los estímulos sexuales.
El sudor es producido por nuestro organismo para regular la temperatura corporal, ya que cuando se evapora de nuestra piel reduce el exceso de calor. En determinada situaciones se producen grandes cantidades de sudor, como cuando realizamos deporte o un trabajo físico pesado.
Por la acción de la flora bacteriana sobre el sudor, se genera el mal olor, además el sudor suele originar gran cantidad de molestias y alteraciones de la piel, tales como grietas, escoceduras, etc.